miércoles, 27 de junio de 2012

El secreto mejor guardado de Erica

El equipo de botánicos del Jardín de la Concepción de Málaga consigue que el brezo de las minas o Erica andevalensis, una planta endémica de Huelva en peligro de extinción, florezca fuera del invernadero en una rocalla dedicada a preservar la biodiversidad, un hecho que no se había producido nunca en España.
Es tan novedoso como si un lince o un oso panda tuvieran crías en cautividad y además se convierte en un seguro de vida para una de las muchas plantas en peligro de extinción que hay en España: el brezo de las minas o Erica andevalensis –con este genitivo en latín porque crece en la cuenca minera del Andévalo, en Huelva–.
Se trata de un endemismo, una planta endémica, llamada así dado que sólo crece en ese rincón de Andalucía, y que además está en peligro de extinción. Desde hace un par de semanas, los botánicos del Jardín Botánico de La Concepción han conseguido que ese peligro disminuya porque el brezo de las minas ya crece y florece al aire libre en un rincón del jardín, en la llamada Rocalla de la Biodiversidad, un espacio donde también se encuentran 11 plantas endémicas más que como la Erica andevalensis, han dado el salto del invernadero de La Concepción al aire libre, fruto del llamado proyecto Phoenix, en el que participan jardines botánicos de España y Portugal.
«Algunas de estas plantas han dado resultado en otros jardines botánicos, pero no habían dado el paso de ponerlas fuera», explica Alfredo Asensi, gerente de La Concepción, que detalla que el proyecto Phoenix se ha cumplido en el jardín botánico de Málaga «al cien por cien».
En el caso de la Erica andevalensis comenta que es una planta de la cuenca minera de Riotinto, «que vive en unos medios muy peculiares, donde hay una gran cantidad de hierro y cobre, con suelos muy ácidos».
A pesar de este entorno de minerales, no se trata de una planta que, como algunas, acumula minerales en las hojas, de ahí que la clave haya sido dar con un suelo lo suficientemente ácido para que se adapte a la perfección. El primer paso fue cultivar el brezo de las minas en el invernadero con mucha paciencia hasta dar con las condiciones adecuadas: «La primera experiencia fue muy mala, pero luego conseguimos una germinación de las semillas impresionantes».
No obstante, faltaba la prueba del carbón: sacarla del invernadero y ver si germinaba. A este respecto, el gerente de La Concepción recuerda que hace tiempo se trajo una maceta del brezo de las minas del mismo Andévalo, la plantó en el jardín botánico de la Universidad y se secó.
Pero en La Concepción el experimento ha funcionado. Aunque se encuentra a más de 300 kilómetros de su emplazamiento original, la Erica andevalensis luce estos días unas flores color malva, síntoma de buena salud, en la Rocalla de la biodiversidad.
«Tenemos ya la conservación, la herramienta para si, en un momento dado, hace falta reforzar la población, contamos con los protocolos y sobre todo, La Concepción cumple con el proyecto didáctico de enseñarle a la gente que en un jardín botánico se conserva la biodiversidad», señala Alfredo Asensi.
El siguiente reto, para cerrar el círculo, será que el brezo de las minas dé semillas. «Si nos da semillas las recolectaremos y veremos la viabilidad de esta segunda generación para ver si la planta es fértil y produce la cantidad suficiente», cuenta.
La Erica andevalensis comparte espacio en esta Rocalla de la Biodiversidad, diseñada hace algo más de dos años por Alfredo Asensi, con plantas endémicas de Málaga como el famoso Limonium malacitanum, la Centaurea de Carratraca o el Alyssum serpidifolium, subespecie malacitana, una planta que acumula níquel en las hojas y que se usa para extraer este mineral en la minería o para descontaminar suelos. Tesoros botánicos en peligro de extinción con un futuro más esperanzador gracias al trabajo del equipo de botánicos de La Concepción.

                                                                       Fuente: Diario “La Opinión de Málaga”