miércoles, 11 de abril de 2012

Ideas y Reflexiones Medioambientales





Cada uno da
lo que recibe
y luego recibe lo que da
nada es más simple
no hay otra norma
nada se pierde
todo se transforma.


            Este texto de una conocida canción, que pudiera confundirse con un principio de la Termodinámica, creo que resume claramente la situación frente a la que nos encontramos los habitantes que aún quedamos en esta comarca de la Cuenca Minera de Riotinto. Siempre esperamos que venga energía de fuera para solucionar nuestros problemas, pero eso, cada día que pasa, se nos antoja más difícil. En consecuencia, comenzaron los flujos migratorios hacia otras zonas con más recursos y posibilidades de trabajo y bienestar. Y nuestra comarca cada vez más despoblada y expuesta a una pérdida de personalidad y deterioro social.
            No crean que eso sólo pasa aquí, que va, es un fiel reflejo de lo que pasa en amplias zonas interiores del país, de Andalucía, o alejadas de importantes núcleos de población. Es el reto principal que se le plantea al mundo “rural” y que lo enfrenta al urbanita, y que tantos problemas genera a nuestros dirigentes, incapaces de “frenar” estos flujos de población, que en muchos casos se convierten en fuente de problemas en estas zonas de acogida, en las que no siempre se consigue lo que se espera. Pero claro, la tele nos lo pone a todos por delante, y todos tenemos derecho a ese bienestar aunque pueda resultar engañoso, ¿no?.
            Hay ciertos rayos de esperanza, ante tanta negatividad (social, económica, laboral, etc.), y uno de los más interesantes, bajo mi punto de vista, es el movimiento social, el movimiento asociativo, capaz de motivar y movilizar a grupos de personas aparentemente desconectadas, pero con intereses e inquietudes comunes. Y de esto también sabe bastante nuestra comarca. Hay muchos ejemplos en todos sus pueblos en los que las asociaciones de distinto ámbito consiguen dinamizar y canalizar esa energía positiva capaz de organizar actos para sus pequeños, mujeres, vecinos, mayores, enfermos, colectivos de discapacitados, deportistas con pocas posibilidades de triunfar sin algo de apoyo, etc. Si a todo esto le añadimos la potencia que nos facilita Internet y la Era de las Comunicaciones que le acompaña, el resultado es de lo más interesante, pues somos capaces de mantener el contacto con la realidad local, no ya sólo a los residentes en tiempo real, sino también a los algo más retirados e incluso a los distantes. La tarea de estos informadores aficionados, blogueros y de las distintas redes sociales es, diría yo, hasta un punto revolucionario, por la capacidad de “poder comunicar” y “poder hacer” que brinda a cualquier individuo, por aislado que este se encuentre.
            Pero el motivo principal de mi escrito no era hacer un estudio sociológico de la zona, sino más bien hacer una breve reflexión sobre el estado medio ambiental de su entorno, aunque no olvidemos que nosotros los humanos nos encontramos dentro de este ámbito natural como cualquier otra especie.
            Se trata de opinar o dar ideas sobre qué podemos hacer nosotros, los residentes permanentes o temporales, entre los que me encuentro, por el entorno natural de la Cuenca Minera de Riotinto.
            En primer lugar, creo que lo fundamental y científicamente económico, es juntar esfuerzos. Si ya somos capaces de juntarnos en fiestas paganas y religiosas de cualquier de nuestras localidades pasando por alto la procedencia de cada uno, creo que también sería fácil juntarnos para intentar pelear (en el más pacífico sentido de la palabra) por el futuro de nuestro entorno y el de nuestros hijos e hijas. Hay muchas iniciativas locales que podrían potenciar su fuerza si aprovecharan la sinergia de la colaboración con grupos vecinos de inquietudes parecidas.
            Ya tenemos el “quienes” y ahora habría que definir el “hacia qué” dirigimos nuestro esfuerzo. Hay una primera diferenciación clara, relacionada con la propiedad del suelo: fincas y montes privados, sobre los que sus propietarios tienen más que de sobra con poder defender sus intereses y mantener sus recursos peleándose con el mercado actual que tan poco les ayuda (me estoy refiriendo a agricultores, pocos, ganaderos, más, y selvicultores, o forestales a secas), frente a las propiedades públicas, como son los montes que gestiona la administración pública medioambiental, los cursos de agua, la red de caminos públicos y la red de vías pecuarias, con todo su patrimonio público asociado.
            Un inciso que cabría hacer en el apartado de los montes privados, en el que no queremos inmiscuirnos demasiado, está relacionado con las propiedades de las distintas empresas mineras que han ido pasando por la zona. Existe un rosario de propiedades no gestionadas por la administración medioambiental (montes no consorciados ni conveniados) sobre los que además cuelga el lastre diferenciador de “propiedad del suelo” y “propiedad del vuelo” entre distintas sociedades. Esto se transforma en una ausencia de gestión de este monte, el cual, con un poco de mala suerte, podría ser pasto de las llamas en un futuro no muy lejano, como sucedió ya en el verano de 2004. El dejar hacer o no interferir en el desarrollo natural del monte no tiene por qué producir siempre situaciones beneficiosas en la naturaleza, tal y como se estudia en restauración ambiental. Recuerdo en los últimos años de la decadencia de las grandes compañías mineras de Riotinto un último esfuerzo por aclarar estas propiedades, ya digo, incluso con distintas sociedades, unas propietarias del suelo y otras del vuelo (del arbolado) del mismo monte. Quizás esto sería una tarea a reclamar a las distintas administraciones –local y autonómica- y más a esta última, como responsable y garante de la gestión sostenible, el mantenimiento de la biodiversidad y del cumplimiento de la legislación medioambiental. La explotación de la madera como tradicionalmente hasta ahora la hemos conocido, está dando paso a nuevas formas de generación de recursos, orientando su salida hacia formas de recurso energético o biomasa, que podrían permitir, si no ya ser una fuente de empleo, al menos intervenir en cierto grado sobre estos montes para al menos mantenerlos limpios de excesos de combustible y protegerlos frente al fuego y las plagas.

            Volviendo al apartado más público de nuestro entorno, creo que debería ser aquí donde se concentraran nuestras fuerzas, por una parte, exigiendo a las administraciones públicas la gestión sostenible y el mantenimiento de la biodiversidad en una comarca con grandes carencias en este sentido, pues estuvo una parte importante de su historia sometida a una fuerte explotación de recursos que para nada tuvo en cuenta este apartado. Primaban otros intereses y hasta las numerosas repoblaciones de finales del siglo XIX y principios del siglo XX no eran más que una tapadera para ocultar grandes daños naturales producidos al entorno y a sus habitantes (el Año de los Tiros, suceso que habría que institucionalizar como una de nuestros sellos identitarios). Si esto sucedía en las épocas de bonanza minera, los intermedios entre éstas estaban dominados por el abandono y despoblamiento general de nuestras sierras y pueblos. Lo que ha permanecido siempre es precisamente eso que ahora nos planteamos conservar y potenciar, nuestros recursos naturales. Si como parece, una de nuestras pocas fuentes de futura riqueza es el maná del turismo (no se confundan, no sólo en nuestra comarca, Andalucía se contempla como el gran parque natural de Europa que mantendrá en el futuro su parte más importante de biodiversidad y riqueza natural), esta zona está necesitada de infraestructuras que soporten y orienten esta explotación. Ahí es donde encajan nuestras redes de caminos públicos y vías pecuarias, esqueleto que vertebra nuestra tierra y que debería garantizar la movilidad de especies (corredores ecológicos) y personas (rutas de ocio activo diverso). El trabajo que se puede hacer en este sentido es importantísimo, pues estas vías de comunicación nos ponen en contacto a los humanos con la naturaleza de nuestro entorno (¿Para cuándo una guía de rutas y senderos de la comarca? ¿Tendremos que esperar a que la haga la administración? ¿No hay ya una fuerte tradición senderista entre las distintas asociaciones locales con gran cantidad de material?), además de poner en contacto nuestros ecosistemas con los de otras zonas vecinas, como son lo de la “tierra llana”, Doñana, y la sierra, Aracena y Picos de Aroche. Todas estas redes, además, llevan asociadas una serie de infraestructuras o elementos complementarios y accesorios de una gran relevancia, como son todos los descansaderos y abrevaderos a lo largo de estas vías, que podrían dar un soporte añadido a estos movimientos naturales a través de ellas. Sin olvidar, por supuesto, el fuerte componente arqueológico y/o antropológico, por los restos y por la historia que dejaron todos los que pasaron por aquí antes que nosotros.
            Sólo queda mencionar el apartado de los cursos de aguas. Si el agua es fuente de vida, el grado de conservación de sus cursos de agua es un indicador de primer orden que refleja el grado de conservación natural de nuestro entorno. Lejos debe quedar ya el concepto de ríos y arroyos como cloacas a las que verter todo lo que no nos servía en los pueblos. Asociadas a todos nuestros cursos de agua está nuestra flora y sobre todo nuestra fauna, de ahí que su conservación sea vital si queremos mantener todas estas especies en nuestra zona y potenciar así su biodiversidad. Esta incluye a nuestro histórico Río Tinto, Río con mayúsculas y hoy Espacio Natural protegido (paisaje Protegido), ejemplo vivo de una peculiar naturaleza que nos hace únicos. El Río ya estaba antes de las explotaciones mineras, pues en caso contrario no tendría sentido la existencia de los endemismos asociados a éste (Erica andevalensis). Es más, este Río fue el camino que tuvieron que seguir los primeros explotadores de las minas, en sus primeras rutas de exploración. Ahora puede seguir siendo una importante arteria de comunicación natural entre Doñana y Aracena (Corredor Ecológico), pues todo su entorno desde la campiña hasta Nerva está compuesto por montes gestionados por la administración medioambiental pública, lo cual, además de por su figura de protección legal, da una idea de su potencial.

            Por último, me gustaría dejar una reflexión en el aire, esta para el ámbito social: ¿por qué de entre toda esta fuerza y creatividad asociativa no podrían surgir “empresas” capaces de generar riqueza relacionada con la explotación racional de estos recursos naturales que hemos comentado? ¿No podría ser una fuente de autoempleo? ¿Tendrá que venir alguien de fuera para poner en práctica estas u otras iniciativas ambientales? Y esta para los representantes políticos locales: mucha suerte en su nueva andadura y difícil tarea de defender “lo público” en estos tiempos tan difíciles que nos ha tocado vivir. Creo que se merecen algo más de respeto del que últimamente les demostramos, a pesar de que algunos ejemplos mundiales, nacionales y regionales dicen muy poco a su favor. La biodiversidad también es positiva en el ámbito de la política.

            Ah!, y todo esto va por mis hijos y por todos los hijos e hijas de esta comarca, que suyo es el futuro. Echémosles una mano entre todos.




                                                                       El Campillo, Agosto de 2.011


                                                                                              Diego Delgado
                                                                                              Técnico Forestal

*Artículo publicado en la revista JARANATURA-Cistus Jara-Zalamea la Real

1 comentario:

Anónimo dijo...

Gracias por tus reflexiones, Diego.
Un abrazo.
Santana.