lunes, 9 de abril de 2012

LA FIESTA DE LA QUEMA DE LOS JUDAS DE EL CAMPILLO.

                 Esta fiesta de la madrugada del domingo de Resurrección, quizá venida a menos en estos tiempos tan modernos de video consolas y redes sociales, no sólo se celebra en nuestro pueblo, sino que es una fiesta bien arraigada en pueblos de toda España y con un componente anterior incluso a la actual versión religiosa.
                En común con todos estos pueblos tenemos la forma de confeccionar los Judas, representaciones del apóstol traidor de Jesucristo, a base de ropa vieja y rellenos de paja, serrín, pasto, hojarasca, etc.  La forma de eliminar al pobre Judas si presenta diferencias, ya que nosotros los quemamos, pero en otros lugares los apedrean, los cuelgan, los mantean y sobre todo los tirotean, a modo de escarmiento. Siempre alusivos a personajes recientemente famosos por algún motivo y siempre con la idea de eliminar lo malo, lo negativo de nuestras vidas. No he encontrado muchas referencias en cuanto al hecho de “roar las latas”, aunque si se fundamenta la fiesta, en general, en el ruido (con pólvora, tiros, latas, etc.), que espante todos los malos sucesos del año y de inicio a un nuevo periodo de vida limpio y purificado.
                Según algunas notas encontradas rebuscando por ahí, en el Judas encontramos referencias, posteriormente adoptadas y transformadas por la Iglesia Católica, al rito del fin del invierno y el albor de la primavera, época del renacer de la vida y de la fertilidad. Pero además unido a esto, encontramos el acto de apedrear a un muñeco, que antiguamente podía ser un animal o incluso personas, como símbolo de alejamiento de los malos espíritus, en definitiva como rito exorcista para expulsar el mal de la comunidad.
                Según otras referencias, la fiesta del Judas, de las más populares y de más arraigo dentro del ciclo festivo de primavera, seguramente hunde sus raíces en los ritos más antiguos que las primeras civilizaciones agrícolas celebraban en el año lunar, el equinoccio de marzo o, para ser más precisos, el día 20, fecha en la cual entra el Sol en Aries. La naturaleza resucitaba del letargo y muerte invernal y fueron frecuentes los ritos que incluyeron la quema de muñecos y peleles, simbolizando el mal y la muerte que desaparecían con el fuego purificador, para renacer a una nueva vida primaveral. En el Concilio de Nicea, año 325, recordando el calendario lunar, la iglesia decidió celebrar la Pascua de Resurrección el domingo siguiente al primer plenilunio después del equinoccio de primavera. Pronto recogió y bautizó, dando un significado cristiano, muchos de los ritos y tradiciones que en la antigüedad pagana había creado en la celebración del año lunar. Este fue probablemente el origen de la fiesta del Judas, discípulo traidor y símbolo del mal para los cristianos y personificación de todos los males cometidos por el pueblo durante el año. Con la quema de Judas desaparecían las rencillas, estafas, robos, envidias... Y se resucitaba a una nueva vida. Servía la fiesta para presentar y vivir de una forma sencilla el significado litúrgico de la Pascua: paso del pecado y la muerte a la gracia y a la vida.
                Y una última referencia dice que se puede observar en esta ejecución del «judas» un rito más antiguo que la propia iglesia. Es el rito del empalamiento del pelele y de su posterior cremación, que se remonta a cuando los campesinos quemaban y sacrificaban a un llamado «rey de la flora» y sus restos se utilizaban después como fertilizante (casi todas las mitologías cuentan la muerte de un héroe o de un dios que se sacrifica para que la tierra de nuevo produzca frutos). Si esta costumbre se ha integrado en la Semana Santa es por su coincidencia con fecha de llegada de la Primavera y con el renacer del mundo vegetal, que había que propiciar con unos actos rituales que se repetían año tras año.
                Como podemos ver, se encuentran fiestas de Judas en pueblos de todas las provincias Españolas, pero por cercanía y para no extendernos demasiado, citaremos las de varios pueblos de la comarca de la Vera, en Cáceres, Espiel y aldeas de Fuente Obejuna (Cuenca, Ojuelos altos y La Posadilla), en Córdoba, Almadén de la Plata, Sevilla, y Fuenteheridos y Cumbres Mayores, en Huelva. Por cierto, también muchas referencias a esta fiesta en Centro y Sudamérica.
                Pensamos que, por todo lo anterior,  merece la pena continuar con esta fiesta y darla a conocer a los más jóvenes de nuestro pueblo.

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