domingo, 15 de enero de 2012

La palabra libre en la ciudad libre. (1)

            La Crisis pone a prueba nuestra Capacidad de Adaptación, capacidad olvidada por estos seres vivos tan alejados de la Natura en los que nos estamos convirtiendo. Este tiempo de mudanza, de cambio, va tan deprisa que nos deja siempre retrasados ante las nuevas situaciones, los nuevos retos a los que tenemos que enfrentarnos día a día.

            En plena era de la Globalización, de Internet, de la Comunicación masiva y constante, cada vez somos más incapaces de hablar con nuestro Vecino cara a cara. Quien dice vecino dice inmigrante, adversario político, y hasta el que lleva la camiseta del equipo de futbol que no es el nuestro. Contradicciones de la vida. De esta vida y de este tiempo que nos ha tocado vivir.

            Estamos cómodos en nuestro rincón y no nos arriesgamos a perder nuestro confort, nuestros privilegios (por desgracia, es igual; la situación económica actual seguro que lo hará por nosotros).

            Nos gusta lo que dice nuestro Periódico (sí, ese conjunto de papeles impresos llenos de publicidad en las páginas impares), lo que dice nuestra cadena de Radio (sus tertulianos y sus gurús mediáticos) y nos gusta lo que dice nuestra cadena de TV (ese electrodoméstico rey de nuestra casa que se mete incluso en nuestra alcoba). Y, por supuesto, nos gusta todo lo que dice nuestr@ polític@ de cabecera. Porque al final, aunque nos guste el Recreativo, o somos del Madrid o somos del Barca.

            Sin embargo, uno de los principios químicos que rige el mundo dice que los Sistemas son más estables cuanto más complejos son. Y esta dualidad general (blanco-negro, rojo-azul), esta simpleza en la que hemos caído, está justo en el otro extremo.

            Me resulta curioso observar como la Educación en Valores, esa que contribuye a crear seres con capacidad crítica de análisis para tomar sus propias decisiones, está cada vez más lejos de los planteamientos de nuestros medios de comunicación y del día a día de nuestra sociedad.

            Además tenemos a nuestra actual clase política. Los cuidamos tan bien, están tan cómodos en sus quehaceres gobernantes (bueno, alguno también tiene tiempo para otros quehaceres menos menesterosos), que se olvidan del contacto con la realidad, de nosotros, hasta el punto en el que el salto entre las dos orillas del río, que nos une y nos separa a la vez, cada vez se hace más largo e imposible. Su desconexión con la sociedad, con el pulso diario de los acontecimientos, es brutal.

            Pero no sólo ellos tienen la culpa. El tiempo avanza igual de rápido para todos y su capacidad de adaptación parece estar más mermada aun que la nuestra. La sociedad tampoco hace su trabajo de exigirles que abra nuevas veredas que son necesarias para enfrentarnos a esta nueva mancha de vegetación infranqueable que se nos ha venido encima y que tenemos que desbrozar.

            Esta clase política es absolutamente necesaria, vital en estos tiempos de crisis, pues, aunque nos pese, son nuestros representantes frente al resto de poderes que gobierna el mundo y ante los que solos somos seres totalmente vulnerables (precisamente esta crisis está demostrando la teoría de la supremacía del poder económico frente al político a escala mundial). Pero su trabajo debe ser orientado-dirigido-auditado-corregido-reconocido constantemente por la sociedad y no sólo cada cuatro años. Tenemos que conseguir entre todos que las dos orillas se acerquen cada vez más, pero siempre mediante una relación crítica (discutir no es pelear, me gusta recordar constantemente en mi vida diaria). Y lo más saludable del mundo sigue siendo que alguien te lleve la contraria al menos de vez en cuando, para obligarte a pensar y a replantearte constantemente tu forma de pensar.

            Bueno, pues de esa orilla Social, de ese lado Crítico (pero no beligerante), Participativo, Activo, Impulsor, Exigente, es del lado que me gustaría estar. No somos omnipotentes, así que tenemos que repartirnos las tareas como cualquier sociedad-sistema organizado. Y, por favor, déjenme que yo me incluya en este grupo. Aportaré mi granito de arena desde aquí.

            La Sociedad avanza desde el riesgo, el replanteamiento de lo establecido, y mucho más en tiempos de crisis. Lo contrario sería una pérdida de energía, sería haber malgastado nuestras vidas sin haber conseguido avanzar ni siquiera un milímetro en el desarrollo de nuestra sociedad. Prometo hacer lo que esté en mi mano.



                                                                                  Diego Delgado

                                                                                                              Enero de 2.012



(1)     Manuel Vázquez Montalbán. Ed. DEBOLSILLO. MONDADORI

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